lunes, 8 de diciembre de 2008


Se abre una puerta, la madera rechina, se estremece como si estuviera a punte de quebrarse, al limite, pero no se quiebra., se trata de una casa bastante vieja. La puerta se abre lenta y pausadamente, con precaución pero continuadamente. Uno o dos segundos después se pueden persivir pasos, tímidos, que se suceden uno detrás del otro, sucesivamente, cuyo sonido se va haciendo cada vez mas pesado a medida que se acercan al centro de la habitación. Abruptamente, por una serie de movimientos que no vienen al caso describir, un interruptor sube y así, una luz se enciende. Ahora la pieza se encuentra completamente iluminada, de un blanco espeso, denso, con una intencidad enceguecedora. El color penetra tanto que paraliza al actor en cuestión por unos segundos (mas de cinco), hasta que el irremediable reflejo de parpadear, producto de la inteligencia de nuestros instintos mas arcaicos, le permite salir, escaparse del colapso, y así, posibiltando una secuencia de maniobras, nuestro protagonista logra formar con la mano una especie de visera, produciendo sombra, y por fin, calmar en cierto grado el malestar producido.

Sin embargo, la luz sigue allí, permanece intacta, pasiente y dispuesta a causar el malestar conocido en todo su potencial, quizás no conocido, así se hace irremediablemente necesario la presencia de un otro que pueda hacer aquello que nuestro protagonista no pudo lograr. ¿Quien se atreve?

Dia!!!

viernes, 28 de noviembre de 2008

Anotaciones de un dia lluvioso


Es tan terrible ver como el mundo se va desplomando, demasiado lento como para que los hombres se den cuenta, y demasiado rápido como para detener su desarrollo.
Hoy llueve. Por un instante, el cielo parecía caerse y en el aire se podía oler la furia y la frustración de un ser que en la inmensidad del universo había librado a su criatura, otorgándole inteligencia para que pudiera desempeñarse correctamente, sin embargo este, como señalan las escrituras, (aquellas que su creación desecho por saberse estúpidamente escéptico), no dudó en convertirse en el traidor de la escena, quizás por el gusto de repetir la lucha originaria de todo ser.
Las imágenes se van repitiendo en mi cabeza mientras una brisa fría me hace estremecer los huesos. Tomo el último sorbo de café que quedaba en la taza, la apoyo sobre la mesa cuidadosamente y salgo al encuentro con la lluvia sin ninguna razón, impulsivamente. La imagen se congela: tengo 7 años y me encuentro dando vueltas y chapoteando en el agua, divirtiéndome, al igual que ahora, como hace mucho tiempo no lo hacia.

lunes, 17 de noviembre de 2008

I


La luz encegueció. De repente, la ciudad quedó completamente a oscuras. La soledad inundaba las almas de los seres que vagaban por las calles sin rumbo. Todo era nada, la nada lo era todo. El cielo nublado en su inmensidad o dejaba ver ni siquiera rastros perdidos de estrellas. Se trataba de una paz superiormente cruel. Ruidos aparecían a lo lejos como destellos que se perdían en la noche. El aire húmedo y caliente hacía picar las narices de quienes todavía suspiraban.
Si alguno de ustedes se preguntan que había pasado, solo es posible una respuesta: “la nada había arrasado”. Así como si nada, algo (que no era nada) nos enmudeció.
La ciudad empalideció, murió. Luego de una agonía interminable simplemente ceso en sus funciones. La enfermedad había sido larga, hay que reconocerlo, la esperanza se fue marchitando poco a poco en ella, con una trayectoria lenta pero continua, sin posible retroceso.
Ahora por fin, podía descansar en paz, pudo lograr deshacerse de ese ser que le había torturado por siglos, sin piedad, la muerte se había puesto de su lado, el tiempo y el espacio conspiraron y así fue que la nada arrasó.
La histeria colectiva se desmoronó. La ciudad mostraba indiferente un aspecto arruinado, como si una gran epidemia la había sacudido mostrando el poder, el real significado de aquella inmensa palabra.
No había rastros de muerte, era lo que se podría llamar una accionar simbólico, imaginario de la muerte, que aplastaba hasta a la más mínima criatura.
Momento en el que el pecado era vivir, y las criaturas recibían su castigo absorbiendo la soledad, la locura, la nada… el horror era la vida, la muerte, la salvación, a sí fue como aprendimos que la nada implica algo, lo eterno, lo inmutable, quien nada tenía nada era y en esa nada se hundía el ser, abrigando sus pasos, tiñendo sus pensamientos, penetrando en cada rincón, en cada entraña de su cuerpo ahora inmortal.
Agradezco, en este momento, tener la mirada por fin objetiva y distante de quien ya ah muerto.
Dia...
Por cierto: vayan si es posible a ver Ceguera, esta aprobada por el propio Saramgo, y se los digo esta buena... es un gran logro de un gran director...

lunes, 10 de noviembre de 2008

II constante...


Una caja de cemento; seis paredes, contando un techo y un piso entre ellas. Una habitación completamente a oscuras. Una silla de hierro, negra, por lo menos en su exterior, cuatro patas, ubicada en el centro del recinto.
Único objeto en toda la habitación de enormes dimensiones. Ella se inclina unos 45º grados, quedando apoyada entonces en las dos patas traseras solamente.
Como si estuviera sostenida por una soga, comienza a girar, formando círculos imaginarios; ahora apoyada en una sola pata trasera, la izquierda.
Una caja enorme, una silla bailando. Nunca se cae, nunca deja de girar.
Presa de un juicio pensante, su condena comenzó en el mismísimo instante en que este texto se comenzó a ser leído, y así, girará por siempre, eternamente en las mentes de aquellos que se atrevieron, cumpliendo con los designios misteriosos del supremo.

primeros pasos...

Este es el comienzo de algo interesante, vamos a ver que es lo que pasa con la inspiración por estos lados y esperemos que un vientito nos juegue a favor!