lunes, 7 de septiembre de 2009

Produccion inesperada




La caída de agua es muy común, aunque su fuerza erosionadora es muchas veces subestimadas por los observadores mas persistentes.

jueves, 16 de abril de 2009

Ensayo

Piñero Diana

Ensayo: “Jóvenes de hoy, drogadictos, delincuentes, violentos”

“La ceguera también es esto, vivir en un mundo donde se ha acabado la esperanza”

José Saramago, Ensayo sobre la ceguera, Editorial Alfaguara.

Suena el despertador; un rayo de luz entra por un resquicio de la ventana anunciando el nuevo día. Lunes, Ocho de la mañana, feriado. Apago el despertador y luego de un suspiro, me levanto, voy hasta la puerta de entrada, recojo el diario, busco una taza de café. Me siento en la cocina, salteo unas páginas para encontrar la grilla y así comenzar a leer las consignas del juego: 1. Acción de adquirir un conocimiento; 2. Estado de padecimiento; 3. Conjunto de personas que ejercen actos ilegales; 4. Reacción afectiva intensa; 5. Adj.\p enviciados por estimulantes; 6. Adv. En el tiempo o época presentes; 7. Adj. De poca edad; 8. Acción violenta; 9. Tributar sumisión a una persona o poder; 10. Declararse insolvente un comerciante; 11. Efecto de la actividad de una cosa en otra; 12. Hombre y mujer (pareja) con respecto a sus hijos; 13. Obrar para causar algún daño, embestir; 14. Cantidad de un producto o servicio requerido; 15. Tomar parte en cierto asunto o actividad; 16. Asociación de personas que colaboran en trabajos comunes.

Luego, empiezo a completar las definiciones con las palabras que se me van ocurriendo poco a poco. Supongo que esta vez me toco un juego fácil. Pero de pronto, sin previo aviso, las palabras, antes simples conjunto de letras, comienzan a tomar significados diferentes, se mezclan, y hacen eco hasta ocupar por completo mis pensamientos, “uf! y pensar que hace un rato solo era una sencilla búsqueda de sinónimos”, me digo a mi misma.

Todo esto empieza a suceder como si las palabras quisieran decirme cuan injusto es que las utilicen de esa manera, tan general, tan absolutista, tal vez ellas también tienen algo para decirnos, algo claro está, mas allá de lo que aparentan.

Casi sin darme cuenta voy repensando y refutando cada una de las definiciones antes mencionadas, dándoles una y otra vuelta, buscando demás definiciones posibles para cada palabra que iba encontrando. Me voy dando cuenta de que existen sutilezas y extrañas coincidencias entre las palabras, sinónimas y antónimas, como si el significado “real” dependiera de quien se sienta con el diario a completar la grilla. Al mismo tiempo voy sintiendo en el cuerpo la sensación cruel del juego en el que me he involucrado ¿inocentemente?, las palabras se bifurcan, se pierden, van y vienen, se escuchan y se hablan. Y nos atraviesan, necesariamente, nos golpean, es posible así trasladar este simple juego a la cotidianeidad, el juego, entonces, se transforma en un reflejo de una conducta. Tengo la sensación de haber sentido alguna vez el golpe de ciertas palabras, el dolor de no ser escuchado, la injusticia.

Probablemente por la distancia que hay entre aquellas palabra y yo, por la supuesta inocencia de un juego no tan inocente (valga la redundancia) haya podido problematizarlas.

Que fácil que es señalar un problema, categorizarlo, definirlo, buscarlo en el diccionario, hablar de el en reuniones en los diferentes ámbitos a los que generalmente recurrimos o frecuentamos, pensarlo en soledad, o acompañado, pero se necesita mucho más valor y motivación para no estar ciego, para no estar muerto en vida, para no etiquetar ni buscar nombres, para escuchar (inclusive lo que un juego tiene para decir), es decir, para poder sentir en el cuerpo lo que produce determinado problema, y surja tal motivación que se encienda como un motor y de esa manera provocar un movimiento sustancial para cambiar, para intervenir en dicho problema, y buscarle la vuelta, el otro significado, la otra cara, a pesar de que se crea quizás que ese problema ya está instaurado en nuestra sociedad. Sobre todo para que no nos gane la desesperanza, creo que sería una buena manera de comenzar.

Quizás si cambiáramos de lugar, digo, si me pusiera del lado de la palabra esta vez, si nos mezcláramos un poco, si tomara un poco de ellas para mí y les dejara algo mío a cada una de ellas quizás así podría dejar de definirlas de manera absoluta con una determinada palabra, capaz solo así podría dejar de defenderme de ellas depositándolas en el afuera, negándome a no tener nada que ver con ella, y por otro lado, irónicamente, acentuando mi identificación con ellas. Aunque, para ser realista, con esta propuesta debería aceptar mi derrota frente al juego, no creo que después de todo me siga gustando la grilla como antes.

Vencida por los pensamientos decidí salir, ir a caminar a ningún lugar en especial, para tomar un poco de aire.

Camino por la acera, voy disfrutando de la vista que me ofrece el día. La gente que camina por la misma vereda parece estarlo disfrutando también, no parecen haber jugado a la grilla esta mañana.

En una esquina, bien por encima de los edificios, resalta una publicidad enorme, reluciente, muchos colores, que me dice que si tengo determinado cosa me voy a sentir mejor, voy a encontrar la felicidad, me resulta bastante simpático; sigo caminando. En la cuadra siguiente, a mitad de cuadra para ser exacta, puedo observar otra publicidad que no coincide con la anterior, esta reza que si uso la marca X ahí sí que voy a ser feliz y mis problemas se van a resolver seguramente. Pienso “pobre, ella no puede ser consciente de que tiene competencia en la cuadra anterior (su esencia la condena)”, me marea la decisión, me genera malestar, nausea… ¿Qué hago? no tengo plata para saber cuál de las dos tiene razón, ¿así que no me queda otra que ser infeliz?

Luego de unos instantes de angustia, de sentir la nada misma, me reconforta un pensamiento, una idea, se me ocurre que estaría bueno hacerme cargo de mi felicidad, como también de mis problemas, aunque no me quede otra.

Se me cruza por la cabeza, no sé porque la grilla que antes estaba completando, y así nomás, se me ocurre una idea original.

Vuelvo a casa, me siento en la cocina, tomo el diario, me salteo unas páginas y para buscar el juego nuevamente que tanto trabajo mental me había dado, aunque ahora ya no me parece tan simple como antes. En una hoja en blanco pongo las palabras que habían resultado de las definiciones, y a la par comienzo a buscar otras que podrían significar lo mismo, luego comienzo a pensar otras definiciones que concuerden con esas palabras, y de esa manera voy confeccionando una grilla paralela.

Luego de finalizar, tomo la grilla paralela y la coloco en un sobre, con una nota explicando la crueldad que habían cometido con aquellas pobres palabras al encasillarlas, y que en su defensa, yo, había creado otras posibilidades de significados que tranquilamente podían funcionar con las palabras que ellos habían elegido en esa edición. Al dorso del sobre coloco la dirección de la imprenta del diario en cuestión y los demás requisitos que se necesitan, corro al correo de enfrente y deposito, ahora realmente feliz, el sobre en el buzón.

Fin.

lunes, 8 de diciembre de 2008


Se abre una puerta, la madera rechina, se estremece como si estuviera a punte de quebrarse, al limite, pero no se quiebra., se trata de una casa bastante vieja. La puerta se abre lenta y pausadamente, con precaución pero continuadamente. Uno o dos segundos después se pueden persivir pasos, tímidos, que se suceden uno detrás del otro, sucesivamente, cuyo sonido se va haciendo cada vez mas pesado a medida que se acercan al centro de la habitación. Abruptamente, por una serie de movimientos que no vienen al caso describir, un interruptor sube y así, una luz se enciende. Ahora la pieza se encuentra completamente iluminada, de un blanco espeso, denso, con una intencidad enceguecedora. El color penetra tanto que paraliza al actor en cuestión por unos segundos (mas de cinco), hasta que el irremediable reflejo de parpadear, producto de la inteligencia de nuestros instintos mas arcaicos, le permite salir, escaparse del colapso, y así, posibiltando una secuencia de maniobras, nuestro protagonista logra formar con la mano una especie de visera, produciendo sombra, y por fin, calmar en cierto grado el malestar producido.

Sin embargo, la luz sigue allí, permanece intacta, pasiente y dispuesta a causar el malestar conocido en todo su potencial, quizás no conocido, así se hace irremediablemente necesario la presencia de un otro que pueda hacer aquello que nuestro protagonista no pudo lograr. ¿Quien se atreve?

Dia!!!

viernes, 28 de noviembre de 2008

Anotaciones de un dia lluvioso


Es tan terrible ver como el mundo se va desplomando, demasiado lento como para que los hombres se den cuenta, y demasiado rápido como para detener su desarrollo.
Hoy llueve. Por un instante, el cielo parecía caerse y en el aire se podía oler la furia y la frustración de un ser que en la inmensidad del universo había librado a su criatura, otorgándole inteligencia para que pudiera desempeñarse correctamente, sin embargo este, como señalan las escrituras, (aquellas que su creación desecho por saberse estúpidamente escéptico), no dudó en convertirse en el traidor de la escena, quizás por el gusto de repetir la lucha originaria de todo ser.
Las imágenes se van repitiendo en mi cabeza mientras una brisa fría me hace estremecer los huesos. Tomo el último sorbo de café que quedaba en la taza, la apoyo sobre la mesa cuidadosamente y salgo al encuentro con la lluvia sin ninguna razón, impulsivamente. La imagen se congela: tengo 7 años y me encuentro dando vueltas y chapoteando en el agua, divirtiéndome, al igual que ahora, como hace mucho tiempo no lo hacia.

lunes, 17 de noviembre de 2008

I


La luz encegueció. De repente, la ciudad quedó completamente a oscuras. La soledad inundaba las almas de los seres que vagaban por las calles sin rumbo. Todo era nada, la nada lo era todo. El cielo nublado en su inmensidad o dejaba ver ni siquiera rastros perdidos de estrellas. Se trataba de una paz superiormente cruel. Ruidos aparecían a lo lejos como destellos que se perdían en la noche. El aire húmedo y caliente hacía picar las narices de quienes todavía suspiraban.
Si alguno de ustedes se preguntan que había pasado, solo es posible una respuesta: “la nada había arrasado”. Así como si nada, algo (que no era nada) nos enmudeció.
La ciudad empalideció, murió. Luego de una agonía interminable simplemente ceso en sus funciones. La enfermedad había sido larga, hay que reconocerlo, la esperanza se fue marchitando poco a poco en ella, con una trayectoria lenta pero continua, sin posible retroceso.
Ahora por fin, podía descansar en paz, pudo lograr deshacerse de ese ser que le había torturado por siglos, sin piedad, la muerte se había puesto de su lado, el tiempo y el espacio conspiraron y así fue que la nada arrasó.
La histeria colectiva se desmoronó. La ciudad mostraba indiferente un aspecto arruinado, como si una gran epidemia la había sacudido mostrando el poder, el real significado de aquella inmensa palabra.
No había rastros de muerte, era lo que se podría llamar una accionar simbólico, imaginario de la muerte, que aplastaba hasta a la más mínima criatura.
Momento en el que el pecado era vivir, y las criaturas recibían su castigo absorbiendo la soledad, la locura, la nada… el horror era la vida, la muerte, la salvación, a sí fue como aprendimos que la nada implica algo, lo eterno, lo inmutable, quien nada tenía nada era y en esa nada se hundía el ser, abrigando sus pasos, tiñendo sus pensamientos, penetrando en cada rincón, en cada entraña de su cuerpo ahora inmortal.
Agradezco, en este momento, tener la mirada por fin objetiva y distante de quien ya ah muerto.
Dia...
Por cierto: vayan si es posible a ver Ceguera, esta aprobada por el propio Saramgo, y se los digo esta buena... es un gran logro de un gran director...

lunes, 10 de noviembre de 2008

II constante...


Una caja de cemento; seis paredes, contando un techo y un piso entre ellas. Una habitación completamente a oscuras. Una silla de hierro, negra, por lo menos en su exterior, cuatro patas, ubicada en el centro del recinto.
Único objeto en toda la habitación de enormes dimensiones. Ella se inclina unos 45º grados, quedando apoyada entonces en las dos patas traseras solamente.
Como si estuviera sostenida por una soga, comienza a girar, formando círculos imaginarios; ahora apoyada en una sola pata trasera, la izquierda.
Una caja enorme, una silla bailando. Nunca se cae, nunca deja de girar.
Presa de un juicio pensante, su condena comenzó en el mismísimo instante en que este texto se comenzó a ser leído, y así, girará por siempre, eternamente en las mentes de aquellos que se atrevieron, cumpliendo con los designios misteriosos del supremo.

primeros pasos...

Este es el comienzo de algo interesante, vamos a ver que es lo que pasa con la inspiración por estos lados y esperemos que un vientito nos juegue a favor!